Ceremonia de sanación que se desarrollaba dentro de la Ruka del enfermo junto a sus parientes.
Lo tendían en el suelo y a su cabecera la Machi plantaba una rama de Canelo. Hacía descuartizar un guanaco, le extraía el corazón y salpicaba con su sangre la rama de canelo.
Quemaba algunas hierbas y llenaba de humo la habitación. Luego recitando palabras cabalísticas, se acercaba al paciente, fingía chupar la parte de su cuerpo en que estaba la dolencia y salivaba rojo.
Finalmente en medio de la sorpresa general, presentaba el espíritu malo materializado en un palito, un inocente sapito o una angustiada lagartija: éste era el daño.
Cuando el enfermo no sanaba, la machi se disculpaba diciendo que el maleficio había dañado al paciente en las “entrañas más nobles”.